Esta vez se trata de un proyecto artístico, pero no deja de ser significativo a la par que curioso. Este nuevo «wearable», por llamarlo de algún modo, es una chaqueta de vigilancia equipada con (ahí es nada) un total de 50 cámaras, que miran en diferentes direcciones y están conectadas de forma inalámbrica para transmitir la información a los distintos sistemas de seguridad. Es decir, no deja de ser un concepto a mitad de camino entre la innovación y (quién sabe) la protesta ante la sociedad hiperconectada e hipervigilada en la que nos estamos adentr and o, pero además de eso se trata de un gadget plenamente funcional. Y sin duda es un concepto que se puede aprovechar para otros usos parecidos, aunque con una apariencia desde luego menos llamativa, si lo que se quiere es pasar desapercibido.
El concepto es obra de los artistas Shin Seung Back y Kim Yong Hun, que fueron reclutados por el diseñador Jeehee Sheen. El funcionamiento de la chaqueta es sencillo. Cu and o el portador siente el «peligro», solo tiene que accionar un botón para enviar la grabación de forma automática a un servidor remoto. Para funcionar la chaqueta incluye una batería incorporada para garantizar una buena autonomía sin necesidad de enchufes, y para hacer que las imágenes se envíen se utiliza una Raspberry Pi, un tipo de ordenador compacto del que ya os hemos hablado alguna vez en este blog.
Si te interesa saber más sobre esta chaqueta, búscala por su nombre: Aposematic Jacket. Como proyecto artístico desde luego es curioso, incluso si se le quiere buscar una segunda lectura, pero evidentemente no estamos ante un dispositivo pensado para vender a las masas en centros comerciales durante la campaña de Navidad. ¿Os imagináis un futuro en el que todos llevarámos ropa de este tipo? Bueno, pues tampoco hace falta imaginarlo, porque realmente es algo que ya ocurre. Y no nos referimos a los aparatos en miniatura para espionaje, sino a las gafas inteligentes de Google, a las cámaras de acción que cada vez más ciclistas y corredores llevan en sus cabezas e incluso a los teléfonos móviles que todos llevamos en el bolsillo.