Este es un año crucial para el futuro de Foursquare. La compañía por antonomasia en el mundillo de la geolocalización móvil acaba de dar un paso importantísimo que a la larga puede suponer un acierto o un fracaso, pero que a día de hoy no sabemos muy bien cómo puede acabar.
La cuestión está en que muchos usuarios de la plataforma se quejaban de que ésta podía resultar a veces complicada de manejar, por lo que, ni cortos ni perezosos, los responsables de la empresa han decidido partirla en dos y comenzar de nuevo marc and o unas nuevas reglas de juego. De ese modo, Foursquare se quedará solo como una aplicación para buscar recomendaciones y los mejores planes culturales y de ocio en cada ciudad, mientras que para compartir tus check-ins con tus amigos se quedará una nueva aplicación, llamada Swarm. No se sabe aún si el cambio es a mejor o a peor, pero es verdad que Foursquare siempre ha tenido esa doble vertiente, una más pública y otra más privada. Y con esta nueva estrategia se intenta delimitar mejor los usos de la aplicación, y de paso convertirla en el recomendador móvil por excelencia, por encima de Google Maps, principalmente. ¿Lo conseguirá?
De momento, y para que quede todo más claro para el usuario (que de por sí no suele querer calentarse mucho la cabeza innecesariamente), también han cambiado el logo de la aplicación, que ahora pasa a ser de color rosa. Además, se ha aprovechado para rediseñar por completo la aplicación principal, haciéndola más sencilla y dej and o solo las funciones realmente necesarias. Ya no podrá decirse que Foursquare es poco intuitiva, desde luego.
Las opiniones, como siempre, dan para todo. Los hay que reciben estas novedades con agrado y también hay gente molesta porque se les obligue a tener dos aplicaciones distintas para realizar lo mismo que antes hacían con una sola. Como siempre, será el tiempo y el buen hacer de Foursquare para calmar los ánimos más exaltados los que pongan las cosas en su sitio. Lo que sí parece claro es que los smartphones van a contar con una herramienta más potente para convertirse en el oráculo particular, cada vez que uno llegue a un sitio desconocido y se pregunte «¿y ahora dónde vamos?».